El curso de práctica docente representa el reflejo más humano del educador en potencia, al demostrar a lo largo del curso, el deseo de reconocer al sujeto de la educación en armonía con sus dimensiones, conciliando las dinámicas culturales y educativas que deben enfrentar las actuales generaciones. Es preciso que el maestro actual reflexione sobre su propia practica docente para así reconocer sus fortalezas y debilidades, elegir las herramientas precisas para promover aprendizajes significativos acordes a los descubrimientos neurocientíficos, sin dejar de lado el compromiso ético que le confiere el privilegio de ejercer una de las profesiones más nobles y necesaria dentro de nuestra sociedad.